El legado maldito

El día que Harry Potter se convirtió en un culebrón venezolano

Fui a La Casa del Libro con un objetivo claro y preciso: comprarle a mi padre su regalo de cumpleaños. Mi intención era ser como uno de esos caballos a los que les ponen un chisme en los ojos para que sólo miren de frente. Cualquier cosa con tal de anular mi visión periférica para no volverme loca entre tanto libro…

Con lo que no contaba yo era con encontrarme nada más entrar con una pared repleta de lo último de JK. Rowling: Harry Potter y el Legado Maldito. Y claro, caí, por que ¿cómo no voy a caer en algo que lleve en su título la palabra Harry Potter?

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¿Me ha gustado? Gustarme así de GUSTARME con mayúsculas y estar dispuesta a enfrentarme con aquel que diga que es una birria… pues no, pero yo que sé Harry Potter es HARRY POTTER y muy malo tiene que ser para que no me entretenga.

Es complicado explicar los sentimientos que despierta en mi El Legado Maldito sin hacer ningún tipo de spoiler, pero lo voy a intentar para aquellos que todavía no se lo hayan leído: es una historia que seguro que habeis leído y/o visto en más de una ocasión, no tiene nada de novedosa. Es más, si esta historia en vez de estar protagonizada por un Potter lo estuviera por un Williams probablemente dirías: «vaya birria».

¡ATENCIÓN SPOILERS! A PARTIR DE AQUÍ, SI SIGUES LEYENDO LO HACES POR TU CUENTA Y RIESGO.

Vayamos por partes,JK:

1) Lo de los viajes en el tiempo está ya muy trillado. Es más, lo de viajar en el tiempo para cambiar algo y que al volver al presente nada sea como era ya lo hizo Homer Simpson en su día…

2) Lo de meter a Albus Severus en Slytherin y hacerle amigo íntimo de Malfoy junior, formando un duo de incomprendidos marginados… también era algo bastante previsible. Es explorar la vida de su padre que nunca fue, su paso alternativo por Hogwarts. Harry no quería ir a Slytherin y finalmente el Sombrero Seleccionador lo metió en Gryffindor. Del mismo modo, Albus Severus Potter no quiere ir a Slytherin, pero a él le toca joderse y aguantarse.

3) Lo de liar a Bellatrix Lestrange con Voldemort… ejem, ejem. Pero bueno, aceptemos que hasta al más malvado de los magos y a la más pirada de las brujas les pica lo mismo que a la mayoría de los mortales. Lo compro, con reticencias, pero lo compro. Pero que el resultado de esa noche loca sea una niña malvada… es un giro más propio de culebrón venezolano que de Harry Potter. Vale, hacía falta un malo en el libro, pero una bastarda Voldemort-Lestrange me parece forzar demasiado las cosas.

A groso modo, Harry Potter y El Legado Maldito no vale los 25€ que tuve que pagar por él (versión especial y su puta madre, porque era la única edición que tenían en inglés). Es más, cada vez estoy más segura que todo lo que lleve la palabra Harry Potter, que no forme parte de la saga original, no es más que un saca-dineros. En este caso, JK. no sólo percibirá ingresos por la venta de los libros, sino también por las entradas para la obra de teatro, que me da a mi que no son especialmente baratas.

JK Rowling juega con una gran ventaja y es que sabe que aunque cree una mierda pinchada en un palo, si lleva la palabra Harry Potter en ella, todos aquellos que crecimos leyendo las aventuras del joven mago, nos la acabaremos comprando antes o después.

No es que El Legado Maldito esté mal, pero es bastante prescindible.

Felices (y malditas) lecturas.